miércoles, 4 de diciembre de 2013

Capítulo 2

Cuchicheos y algunas risas. Eso fue lo que rompió el silencio que se había prolongado durante unos segundos que parecían interminables, no sin antes recibir una fuerte bofetada que impactó en mi cara nada más poder ver la expresión que mostraba su rostro, que fue lo único que pareció pasar rápido de todo ese jaleo.

¿¡Allie!? escuché de una voz de una chica a lo lejos.

Me arrancó los apuntes de las manos y se marchó a paso ligero desapareciendo entre la gente que se había apelotonado, dejando un aroma parecido al del coco que resultaba muy suave y a la vez tan inconfundible que estaba seguro que cuando volviera a pasar delante de mí sabría que era ella. Acto seguido, me fui por donde había venido a pesar de que mi clase estuviera hacia el otro lado, concretamente donde la chica se había ido. Todo esto era para dispersar a las masas y que no intentaran seguirme por si les gustaba esto del cotilleo y ya se hubieran montado películas como que he estado engañando a esa chica durante meses y su mejor amiga me pilló y se lo contó.

Se trataba de una chica cuya cara no me resultaba familiar, aunque bien es cierto que no pude fijarme demasiado, pero no parecía  muy contenta. Quizá le hubiera afectado más de lo que pensé, puesto que se expuso a una especie de teatro improvisado en donde el público miraba fijamente y ella era una actriz que había olvidado las palabras que le tocaban decir. No me sentía bien conmigo mismo y no podía dejar las cosas de esta manera, al fin y al cabo había sido un accidente en el que no tenía unas malas intenciones como podrían tenerlas otros, como por ejemplo, habiéndose chocado adrede.

Pasé el resto del día en el instituto pensando en lo que sucedió en los pasillos. ¿Se llamaba Allie? ¿A qué clase va? ¿Es nueva? ¿Por qué no me suena de nada? Entre cada descanso me daba tiempo a observar uno de los tres grupos que había en mi curso sin contar el mío para averiguar si aquella chica estaba en alguno de ellos, pero no hubo suerte. Tal vez serían alucinaciones mías y nada de lo que me ocurrió hace escasas horas ha pasado. No, eso es una estupidez, no podía olvidar el olor que dejó cuando se marchó y que tan profundamente había perforado mi ser. Lo único que se me ocurría era esperar en la salida, aunque pareciera un tanto violento nadie debía enterarse, por lo que no importaba demasiado.

En los minutos antes de que el timbre sonase, me sentía como los corredores de atletismo antes del pitido que daba lugar al inicio de la carrera. Tenía que ser el primero, no se me podía escapar nadie sin que no lo hubiera visto salir. Por suerte el instituto solo tiene una salida, por desgracia no era tarea fácil encontrar a alguien en concreto entre tanta gente por mucho que estuvieras atento. Si incluso había días que no veía salir a mis amigos, esperar encontrar a una persona de la que solo recordaba su olor y que su color de pelo era castaño dificultaba más la misión, todo ello sin saber como iba vestida.

En cuanto las clases acabaron salí disparado a la única puerta de salida del instituto. Ahora solo era cuestión de esperar y rezar que las cosas marchasen como las había planeado en mi cabeza. Los cursos menores al mío eran los primeros en salir porque eran los más ansiosos de salir de esa prisión, y no les culpaba por ello. El problema surgía cuando los "niños" salían y les seguían los demás cursos con un paso más lento y cansado que ocasionaba una bulla. No me pareció verla, pero no perdí las esperanzas y me mantuve estático durante algo más de cinco minutos.

–¡Vamos Colin! ¿Qué haces ahí parado? –dijo Alejandro.

–V...voy –respondí resignado.

–¡Oye, Allie me tienes que explicar matemáticas, que con este profesor no entiendo nada!

¿Eh?